lunes, 13 de enero de 2014

SEIS AÑOS GUILLERMO

Querido Guillermo,

Tal día como hoy el 13 de enero de 2.008 a las 11.30 viniste al mundo, Dios quiso mandarnos un ángel durante un breve periodo de tiempo para que nos diéramos cuenta de lo bonito que es el cielo.
Ahora que ya no estás, cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo que pasa, me pregunto cómo serías con esa sonrisa que enamora, con esa mirada que penetra hasta lo más profundo de mi alma, con esa energía desbordante que sacaba lo mejor de mí y de todos.
Hoy cumples seis años, y cada vez que veo a tu prima Irene, me acuerdo de ti. Estarías tan alto, tan fuerte, tan simpático y dulce que me entran ganas de irme contigo ya.
Gonzalo se acuerda cada vez más de ti, y te echa de menos, pues serías su compañero, su amigo, su confidente y se da cuenta de que te necesita. Rodrigo se parece a ti en muchas cosas, y aunque duele tu ausencia aquí en la tierra, gracias a su nacimiento he seguido, hemos seguido hacia delante.
Ya sabes que si me preguntaran, hoy mismo me iría contigo pero como me dijeron ayer, en la tierra estamos de paso, nuestro camino comienza al nacer y acaba no al morir sino al llegar al cielo, y ahí es donde yo quiero llegar para verte y abrazarte, mientras tanto dispongo de este tiempo para recorrerlo de la mejor manera.
Este jaleo de vida, de estrés, de problemas, de sinsabores, no tendría sentido si no es por tí.
Cada día es un desafío, un recomenzar, un propósito, que no siempre consigo cumplir, pero lo importante es tener la alegría interior para seguir intentándolo, y por eso doy gracias, pues me guías y me animas para que siga cada día.
Hay tanta gente que sufre, con problemas graves y de todo tipo, que es casi una obligación estar alegre. Soy una privilegiada pues tengo una familia, que me cuida, un hogar, y buenos amigos.
Y para llegar a ti, mi camino es Jesús, y eso implica conocerle, tratarle e intentar imitarle en cada momento.
Dios espera en cada momento de nuestra existencia una respuesta, y somos nosotros lo que haciendo uso de nuestra libertad, decidimos sobre cada acto de nuestra vida. El está siempre esperando, nunca nos abandona sino que está siempre a nuestra lado, somos nosotros los que decidimos separarnos de El.
Hay que saber parar un rato cada día, meditar, valorar lo importante, lo que tiene solución y lo que no, y seguir caminando, hasta que Dios quiera, siempre adelante.
Yo estoy aprendiendo a vivir así, y ojalá pueda llegar el día que llegue a mi meta que eres tú.