domingo, 3 de mayo de 2015

Madres

Dicen que cuando dos almas gemelas chocan y se encuentran de repente, surge el amor a primera vista.
Este amor, puede ser el amor de la pareja, pero también puede ser la amistad con una persona con la que conectas inmediatamente. Otras veces hay momentos o situaciones que vemos o que vivimos que nos sacan una sonrisa afirmando que ese amor, si es que no lo hemos experimentado todavía, existe y es posible.
Otro sector sin embargo afirma que no existe un único amor, sino que hay muchas almas gemelas vagando por el mundo, que puedes equivocarte una y mil veces hasta encontrar el amor real y ahí andan unos cuantos conocidos intentando encontrar el amor verdadero, el de para siempre, a los que animo a no rendirse.
También hay quien afirma, que el amor se gasta con el paso del tiempo, que hay que cuidarlo como el primer día, que hay que invertir en dar amor para recibirlo y que este mundo en que vivimos se empeña a través de la prensa, la radio y la televisión en hacernos insensibles frente al dolor y al sufrimiento tentándonos con placeres efímeros y haciendo que nos volvamos egoístas.
Recuerdo el libro de Paulo Coello "El Alquimista", que animaba a seguir el dictado de nuestro corazón, libro que recomiendo a aquellos que lo tengan endurecido.
Los yoguis cuando hablan del amor, lo relacionan con el ser supremo, el ser verdadero. Para los católicos no hay mayor muestra de amor que el ejemplo de la vida de Jesús que por amor dio su vida por nosotros, nos amó hasta el extremo.
Cada vez que pienso en esto no puedo imaginar que Jesús haya dado su vida por mí, de forma desinteresada, y que murió por mí sin merecerlo, sin haber cometido delito alguno y ante esto yo me pregunto, ¿Quién daría hoy su vida por alguien hasta el extremo, hasta la muerte si es necesario? y la única respuesta para mí es mi madre.
Madre, que palabra tan bonita, que con solo nombrarla se nos ensancha el corazón.
Hay miles de formas de ser madre y cada una ejerce la maternidad a su manera, pero creo que en el fondo ser madre supone aceptar pasar a un segundo plano, para entregarte por y para siempre por los demás, por tus hijos. Ser madre aumenta sin duda alguna y sin que uno quiera (a veces) la capacidad de sufrir y de amar.
Mi maternidad ha sido muy diferente desde que me casé y tuve a mis tres hijos, y con Guillermo aprendía a ser MADRE de verdad y con mayúsculas. 
Porque ser madre es para siempre, y no se puede ser madre a medias. Hagas lo que hagas y estés donde estés si eres madre te cambia la perspectiva de la vida.  Una de las cosas positivas que aprendí con Guillermo fue la capacidad del corazón de engrandecerse ante la adversidad y eso es lo que hacen las madres.
Que importante es la labor de las madres. Cuando nacemos nos crían y asisten físicamente, a medida que crecemos son nuestro consuelo emocional y nos guían con esfuerzo para que logremos ser "hombres y mujeres de provecho", sobre todo formando nuestra conciencia; y ya en la madurez, son amigas y confidentes de nuestras alegrías y preocupaciones.
Las madres, son aquellas que por muy mayores que estén, por muchos achaques y sustos que nos den, están ahí para lo que sea, ya vivan cerca o lejos, que con sólo escuchar su voz, o incluso con fijar su mirada sobre nosotros nos alivia y reconforta.
Las madres son aquellas que siempre encuentran la palabra acertada, el consejo más sabio aunque no tengan una brillante profesión, ya que su sabiduría reside en que ella es la única que nos conoce mejor que nadie.
Con Guillermo deposité mis esperanzas en la figura de la Virgen María, maestra de oración y de sufrimiento por su hijo, y le pedía que me ayudara y me diera las fuerzas que yo no tenía.
Madre no hay más que una y junto con la Virgen María mi madre es mi roca, mi fortaleza, mi refugio, y mi consuelo.
Madre amable, madre admirable, madre del buen consejo, madre fiel, madre de la alegría, salud de los enfermos, refugio de los pecadores, consuelo para los que sufren, ayúdame a quererte cada día más para que estando cerca tuya pueda llegar a los demás, ayúdame a seguir educando a mis hijos, ayúdame a hacer familia día a día, pero sobre todo te pido que sigas cuidando de Guillermo hasta que llegue el día en que me reúna con mi hijo nuevo.
Te quiero hasta el infinito y más allá Guillermo.