martes, 26 de agosto de 2014



Por un tiempo os prestaré un hijo Mío, dijo Dios, para que lo améis mientras viva, serán seis o siete semanas o treinta años, o quizás tres.
¿Queréis cuidarlo por Mi hasta que lo llame de nuevo?
Os alegrará con su encanto, su mirada, la luz de su alma y aún si su estancia es breve, tendréis queridos recuerdos de él que os aliviarán vuestra pena.
No puedo deciros si se quedará, puesto que todo lo de la Tierra es pasajero, pero ahí abajo hay amor, buscadlo.
Y ahí, con vosotros en la Tierra, ese hijo que os presto, que es mío, alcanzará a muchas almas con las lecciones que yo envío.
Miré por todo el mundo buscando personas honradas y entre la multitud que camina por la vida os elegí a vosotros.
Dadle todo vuestro amor, es una gran tarea, y no me estéis tristes cuando lo llame de regreso para llevármelo otra vez.
Más bien decid: ¡Señor, hágase Tú voluntad! por la alegría que ese niño ha traído estamos dispuestos, correremos el riesgo.
Lo acogimos con ternura de padres, lo quisimos todo lo que pudimos y por la felicidad que nos dio, estaremos agradecidos.
Pero Tú, Señor, viniste a buscarlo antes de lo que pensábamos.
El tiempo es breve, aprovechamos el presente, vivimos con intensidad cada día, cada minuto de la vida, cada segundo pero no fue suficiente.
Señor, perdona nuestra aflicción y danos luces para no perder nunca la fe.

Te quiero hasta el infinito y más allá Guillermo.