Con lágrimas en mis ojos me despido, pero no es un adiós sino un hasta pronto.
Para mí y para mi marido, también es difícil decir adiós, han sido muchos momentos, los que hemos compartido con vosotros. Días alegres, de esperanza en la recuperación de Guille los que más, y unos poquitos más tristes tras su marcha al cielo. Y ahora parece que suelto un poquito a Guillermo de mi lado, de nuestro lado...Pero mi corazón me dice que haga esto, no me preguntéis por qué pero algo me dice que tengo que hacerlo.
Ayer en misa el sacerdote dijo algo muy bonito: dijo que la alegría es algo que sale de forma espontánea en el ser humano hasta los 18 años (bueno algunos se le acaba antes por la adolescencia y todo eso) y a partir de ahí se convierte en una virtud, pues se supone que ya comienzas a tener "problemillas" y hay que saber poner buena cara ante la adversidad y para hacer felices a los demás. Yo me quedé pensando en esto y voy a intentar ponerlo en práctica, (aunque mi cara está bastante desmejorada últimamente), e intentaré sonreír una vez al día aunque me cueste para hacer feliz a mi hijo Gonzalo y a mi marido.
Gracias por vuestras palabras pero os aseguro que cualquiera hubiera hecho lo mismo por sus hijos, porque ¿qué cosas no hace un padre/madre por su hijo? lo damos todo, hasta la vida por verlos a ellos felices.
Yo hasta ahora he dejado de atender a Gonzalillo en algunos momentos, pero gracias a la fiesta, me he dado cuenta que tengo que darle más amor aún. Va a cumplir ya 4 años y luego cuando crezca no me dejará achucharle, ni tomarle en brazos como un bebé.
Así que lo dicho: Hasta luego y que vuestra vida sea útil, que deje poso y que disfruteis de los pequeños momentos de cada día.
Estoy segura de que como dije una vez, si es mi destino nos conoceremos los que no pudieron venir el sábado y a los que sí, estaremos en contacto.
PD: Al final, dejamos el blog como testimonio, para que todo el que quiera lo lea, pero ya no se podrá comentar.
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