domingo, 26 de agosto de 2018

Buenas personas

Guillermo,
 Hoy quiero decirte tantas cosas que no sé cómo comenzar.
Comenzaré diciendo que durante estos nueve años sin ti, he aprendido a vivir con mi pena y mi dolor. Tú me enseñaste a sonreír y poner buena cara aunque las circunstancias fueran adversas, a ser amable con todas las personas que se interesaban por ti y en definitiva me diste una gran lección que me va sirviendo para intentar ser mejor persona aunque no siempre lo consigo.
En este mundo hay gente mala, muy mala que intenta hacer daño pero también hay gente buena, muy buena que nos anima a seguir nuestro caminar, perdonar a los que nos ofenden y rezar por ellos.
Los cristianos erramos, nos podemos equivocar ya que somos humanos pero a diferencia de otras personas nosotros podemos confesar nuestros pecados para ser perdonados, perdonamos al prójimo y olvidamos de corazón.
Y todo ello lo hacemos porque como dice el refrán: hay que ahogar el mal en abundancia de bien. Guillermo, gracias porque me diste tu amor y me enseñaste a dar amor. El amor lo puede todo y con eso me quedo, con seguir mi caminar amando al prójimo para llegar un día al cielo donde estás tú.
Pd. Acuérdate de velar desde el cielo por papá, Gonzalo y Rodrigo.
Te quiero Guillermo hasta el infinito y más allá.